jueves, 7 de febrero de 2013

Las dos caras de la verdad (Primal fear)

Me gustaría empezar el primer (de muchos, espero) post de cine jurídico advirtiéndoles a todos de que a continuación voy a desmenuzar la película por lo que, si no la han visto, no continúen leyendo o perderá todo interés. Están avisados.


Las dos caras de la verdad (1996) es una película de Gregory Hoblit, protagonizada por Richard Gere, Laura Linney y un joven Edward Norton que fue nominado a los Oscar, BAFTA y Globo de Oro como mejor actor de reparto. Debo añadir que la he elegido en primer lugar por ser la primera película jurídica que me impactó profundamente sin saber aún apenas lo que era una norma. Con el tiempo es fácil darse cuenta de que cojea un poco, tanto jurídica como psiquiátricamente, pero aún así me parece un gran film. Muy recomendable.

Martin Vail es un abogado ambicioso, soberbio y de reconocido prestigio que decide defender a un joven monaguillo, Aaron, al que se le acusa del brutal asesinato del arzobispo Rushman de la ciudad de Chicago. A priori, todos los indicios apuntan a la culpabilidad del monaguillo, detenido mientras intentaba huir de la escena del crimen, presunto autor tras cortarle los dedos de una mano, apuñalarle los ojos y testículos, y grabarle una inscripción en el pecho a la víctima. Esto supone un reto para Martin que quiere conseguir salvarlo de la pena de muerte.

La película se inicia con una interesante conversación con Martin, el abogado, que refleja su personalidad y su concepción sobre la Justicia. Un joven le realiza unas preguntas para una revista a lo que el abogado contesta: - El primer día en la facultad de Derecho, el profesor nos dijo dos cosas: de hoy en adelante cuando sus madres les digan que les quieran, pidan una segunda opinión. la segunda es que si quieren justicia, vayan a una casa de putas y, si quieren que les jodan vayan a los tribunales. A continuación se aborda la ya típica cuestión (y si no pregúntenle a cualquier jurista o estudiante de Derecho) de defender a un cliente que es conocidamente culpable, a lo que Martin responde: -A nuestro sistema judicial no le importa, ni a mi tampoco. Todo acusado, haya hecho lo que haya hecho, tiene derecho a la mejor defensa que su abogado le pueda proporcionar, punto. El periodista le pregunta entonces de qué le sirve la verdad, a lo que nuestro abogado contesta: - ¿Cree que sólo hay una verdad? ¿Cuál es la auténtica? Para mi solamente hay una, mi versión de la verdad, la que yo genero en las mentes de esos doce hombres y mujeres del jurado, ¿que prefiere llamarlo de otra manera?, por ejemplo, apariencia de verdad, eso es cosa suya.

Con este diálogo inicial, y el ansia que muestra Martin porque su foto sea portada, podemos extraer que cumple el patrón del concepto (erróneo) que las personas tienen de los abogados. Trabaja por la ambición y el dinero. Lo de ser justo es secundario. Se trata de un abogado con muchos galones, experiencia y picaresca, más preocupado por su imagen que por sus clientes.
De inmediato vuelve a quedar patente la mala concepción que se tiene sobre esta profesión al decir en su discurso el arzobispo (posteriormente asesinado): - No he visto juntos a tantos abogados y políticos desde que esta mañana estuve confesando en mi Iglesia. ¡¡Los abogados y los políticos al mismo nivel!! ¿En serio?

El acusado, por su parte, se trata de un joven asustado, tartamudo, tímido, incapaz de romper un plato y que no deja de repetir una y otra vez que es inocente. Sin embargo parece que no hay duda, ya que al ser detenido tras intentar huir de la habitación donde se produce el asesinato tiene la ropa y las manos llenas de sangre. Además lleva el anillo del arzobispo en el bolsillo. Martin apunta otra cosa importante, todos estos factores son indicios pero que el joven sea el asesino no es un hecho probado, por lo que insiste en el uso de la palabra "presunto". Algo tan sencillo como el lenguaje es fundamental en estos casos. Su ayudante, al enterarse de que el monaguillo llevaba el anillo de la víctima en el bolsillo pregunta, ¿robó el anillo del arzobispo?, a lo que Martin responde, - No, yo solo he dicho que lo tenía. Con esto Martin trata de establecer una duda razonable, más aún cuando el acusado afirma que él estaba en la habitación en el momento del asesinato, pero que no vio lo que sucedió porque perdió el conocimiento. Inverosímil, pero ocurre lo que les suele ocurrir a cualquiera de ustedes, las apariencias juegan un papel fundamental. Un chico de esas características es incapaz de cometer una atrocidad de ese nivel.

La película nos lleva a un recurso habitual para muchos abogados en estos casos, los problemas psicológicos. ¿Cuántas veces nos quejamos de que siempre se alega que la persona está enferma para así evitar la prisión? La película quiere dejar patente la debilidad del sistema judicial, compuesto por personas, manipulables y ,al fin y al cabo, imperfectas (como todos). La víctima presenta un desdoblamiento de personalidad: Aaron, el joven indefenso y tartamudo, y Roy, agresivo, seguro de sí mismo y que confiesa haber cometido el crimen para vengarse de los abusos sexuales del arzobispo. Cuando se produce este desdoblamiento de personalidad, Aaron sufre amnesia y olvida todo lo que su otro "yo" ha hecho. Este es un motivo suficiente para pensar que el pobre enfermo no merece ser castigado ya que no era consciente. Estando de acuerdo con esta premisa, yo les lanzo otra pregunta, ¿No están mal de la cabeza todas las personas que son capaces de cometer un crimen así? Qué hacemos entonces, ¿No castigamos a los violadores, pederastas, maltratadores y demás calaña porque no están en su sano juicio? La polémica, una vez más, está servida. Difícil determinar el límite, fácil caer en el engaño de los problemas mentales. De hecho, la psiquiatra que analiza el caso de Aaron explica que las causas de la amnesia son: - malos tratos, traumatismo cerebral, lesión vascular o fingimiento.

 La película magistralmente, en una de las vistas, nos avanza lo que va a ser el final. La inscripción numérica en el pecho de la víctima hace referencia al texto concreto de un libro:
"Nadie podrá lucir, por tiempo considerable, un rostro para sí mismo y otro para las multitudes sin que finalmente termine desconcertado en cuanto cuál es el verdadero".
Nathaniel Hawthorne. La letra Escarlata. 


Tras descubrir el hecho de la personalidad múltiple se vuelve a dar un encuentro entre el abogado y el periodista. Segunda conversación trascendental tras volver al tema de cómo defender a alguien que se sabe que es culpable, a lo que Martin contesta, -Creo en la idea de que un hombre es inocente hasta que se demuestre lo contrario, y si defiendo esa idea es porque he elegido creer en la bondad innata del hombre, he elegido creer que no todos los crímenes los cometen malas personas, y trato de entender, que personas muy muy buenas pueden hacer cosas muy malas. ¿Estáis de acuerdo con esta afirmación? "Yo soy yo y mi circunstancia" decía Ortega y Gasset. Cada persona tiene un pasado, unos problemas y una situación, a pesar de que debemos juzgar a todos por igual, en cierta manera, cada uno tiene sus motivos. Lo que no quiere decir ni que sean lícitos ni, en su mayoría, excusables. Nuestro ordenamiento contempla muchos mediante las atenuantes y las excepciones.

Descubierta la disfunción mental saltan algunos problemas procesales, como el de no poder cambiar sus argumentos para la defensa alegando la doble personalidad en lugar de la inocencia inicial o no poder introducir nuevas pruebas. Aquí entra en juego el papel de la Fiscal, abogada con muchos más escrúpulos y moral que Martin. Una vez más vemos la importancia de las personas en el sistema judicial. No nos engañemos, ni somos objetivos ni podemos serlo. Otra cosa es que haya personas más frívolas o menos. Aún así, en mayor o menor medida, todos nos conmovemos, horrorizamos, enfadamos o "quitamos importancia" en un momento u otro. Al hacer nuestro trabajo es difícil separar lo que dice la ley de lo que moralmente creemos que es justo o no. De esta manera, y tras algunas artimañas de Martin, es la propia Fiscal la que introduce una nueva prueba en el juicio: el vídeo de los abusos sexuales. La cuestión de las pruebas también tiene gran importancia y es que como apunta Martin durante la película, para demostrar ahí algo hay que tener algo. Por suerte o por desgracia amigos, no todo vale como prueba. He aquí otro condicionante.

Aprovechando que Martin sabe que Aaron se convierte en Roy cuando se le somete a presión, urdirá un plan para mostrar la doble personalidad en juicio y conseguir que se le libere de toda responsabilidad. En el juicio Martin tensa la cuerda a más no poder mientras interroga a los testigos y al acusado, pero la Juez decide avisarle varias veces y ponerle una multa en lugar de echarle del proceso. Una vez más, los caracteres de las personas juegan un papel fundamental.

El final, en la opinión de una humilde servidora, es sublime. No solo por la actuación -espectacular- de Edward Norton, sino por el giro que da a la trama. Les confieso que he visto la película varias veces y, siempre, se me pone la piel de gallina en el momento de los aplausos de Aaron. Bajo secreto profesional el ya absuelto confiesa haber fingido la doble personalidad y ser en realidad siempre Roy. Además afirma haber matado a otra persona a parte del arzobispo. El abogado no volverá a dormir con la conciencia tranquila. Se muestra a una persona derrotada, a pesar de haber ganado uno de los juicios más sonados de la historia reciente, y decide evitar a toda la prensa saliendo por la puerta de atrás. 

De esta forma es como la película deja ver que la verdad solo tiene una cara, simplemente sale a la luz cuando conviene. ¿Es justificable el secreto profesional? ¿Es lógico que reciba el mismo trato que el secreto de confesión? Además existe una regla básica y primordial en el derecho, el non bis in idem (no se puede juzgar dos veces a una persona por un mismo asunto). ¿Cómo sabiendo que una persona es culpable no podemos correr hacia la Juez y decírselo? Hay que controlar el caos.

En fin señores, este es nuestro sistema, mejorable sin duda, pero este es.

PD: La siguiente película que trataré es "Doce hombres sin piedad". Aviso por si la quieren ver antes.