martes, 23 de abril de 2013

12 hombres sin piedad (12 Angry Men)

Me gustaría empezar una vez más el post de cine jurídico advirtiéndoles a todos de que a continuación voy a desmenuzar la película por lo que, si no la han visto, no continúen leyendo o perderá todo interés. Están avisados.

12 hombres sin piedad (1957), es una película dirigida por Sidney Lumet y protagonizada por Henry Fonda, LeeJ.Cobb, E.G. Marshall, Jack Warden, Ed Begley, Martin Balsam, John Fiedler, Robert Webber, Jack Klugman, Edward Binns, Joseph Sweeney y George Voskovec. La película, un clásico entre los clásicos y catalogada- a mi parecer más que merecidamente- como una de las mejores películas jurídicas de la historia, recibió tres nominaciones al Oscar (mejor película, director y guión adaptado), cuatro a los Globos de Oro (película drama, director, actor y actor secundario) y dos BAFTA (mejor actor extranjero- Henry Fonda-, y mejor película). Este film transcurre casi en su totalidad en una única estancia, lo que no merma en ningún momento su intensidad; los diálogos y las ulteriores reflexiones a las que nos lleva son realmente magistrales.
Posteriormente se hizo un remake en 1997, que transcurrió sin pena ni gloria.

A finales de los años 50, en Estados Unidos, se celebra un juicio sobre un homicidio en primer grado; un jurado popular, compuesto por doce hombres, debe decidir sobre la inocencia o la culpabilidad del acusado. La responsabilidad del jurado es absoluta dado que si se decide que el acusado es culpable, se dictará una sentencia de muerte ineludible. 

El primer tema a abordar es el concepto y el funcionamiento de un jurado popular. En primer lugar, y haciendo un ejercicio de derecho comparado tanto entre países como en el tiempo, en España la participación popular en la Administración de Justicia viene reconocida en el artículo 125 de la Constitución Española. El jurado popular está compuesto por una parte técnica (magistrado, presidente, juez) y once miembros (conocidos como jueces legos dado que no tienen conocimientos jurídicos), de los cuales nueve son titulares y dos suplentes. Deben cumplir los siguientes requisitos: ser español mayor de edad, estar en el pleno ejercicio de los derechos políticos, saber leer y escribir, ser vecino de cualquiera de los municipios de la provincia en los que el delito se hubiere cometido y no estar impedido física, psíquica o sensorialmente para el desempeño de la función. Además quedan excluidas algunas profesiones o cargos públicos como por ejemplo los abogados. Los miembros son elegidos por un sorteo realizado por la Oficina del Censo electoral y solo pueden excusarse por las causas establecidas por ley.
Los delitos que pueden ser enjuiciados son los que especialmente determina nuestro Código Penal y que, a priori, no son excesivamente complejos como el homicidio, el asesinato, las amenazas o el cohecho.
El veredicto del jurado popular solo puede ser el de culpabilidad o no culpabilidad basándose en si los hechos se consideran o no probados (se necesitan siete de los nueve votos para que se consideren probados si se trata de un hecho contra el acusado; y cinco votos si el hecho le favorece).
El Presidente del Tribunal es el que dicta sentencia. Para saber con detalle su funcionamiento recomiendo la lectura de este antiguo artículo, Así funciona el jurado popular en España.

El jurado popular estadounidense (reconocido en la Sexta Enmienda), en el que debemos centrarnos por ser el objeto de la película, está compuesto por doce miembros. Antes de la ley Jury Selection and Service Act de 1968, estos miembros eran elegidos por los conocidos "key men", en su mayoría líderes políticos o sociales, que seleccionaban a gente con estudios y considerada como de buena educación, lo que implicaba, tal y como pueden ver en el film, una baja representación de mujeres, jóvenes, negros y personas poco instruidas. Tras dicha ley, el proceso de selección se realiza por sorteo de forma similar a España con parecidos requisitos y excusas.
Otro requisito importante que queda patente a lo largo de toda la película era la necesidad de adoptar las decisiones por unanimidad, factor que cambió con posterioridad necesitando únicamente la mayoría.

La película se centra en el momento en que el jurado popular debe decidir sobre si la duda es razonable o no, encerrados en una habitación bajo llave. Es interesante ver como en los debates que se suscitan influyen cantidad de circunstancias como el calor sofocante al que se suma la avería del ventilador, las agendas apretadas de los miembros, los prejuicios, y un gran número de rasgos personales directamente ligados con el carácter. Del mismo modo, merece especial atención la razón de ser del jurado popular, su fundamento e idoneidad. La película muestra algunos puntos débiles de este sistema: la parcialidad, la dificultad de la unanimidad (que resulta ser al final una garantía), la falta de conciencia de la importancia de cada uno de nuestros razonamientos, los distintos tipos de justicia o de "inocencia" que podemos tener cuando no somos expertos jurídicos... De hecho, y siendo más precisos, el tema más que de justicia trata de juicio humano. ¿Creen que es un peligro para la justicia un jurado popular? 

 Los doce miembros del jurado crean una representación de la sociedad, un microcosmos en el que podemos ver reflejados distintos roles: el hombre común, impresionado y presionado con la responsabilidad que el estado ha colocado sobre sus hombros al nombrarlo presidente del jurado, el tímido que duda constantemente, el exageradamente testarudo que no atiende a razones y está cargado de prejuicios, el hombre de buena posición económica, el práctico, el fanfarrón, el callado y analítico...
En un primer momento parece un caso sencillo en el que todos están de acuerdo, sin embargo, es Henry Fonda el que tras una primera votación empieza a luchar por esa duda razonable. La votación es a mano alzada y muestra uno de los comportamientos típicos (y peligrosos) de la sociedad: la conformidad. El miembro número 9 del jurado alza la mano una vez que comprueba que la mayoría la ha alzado, sin embargo, posteriormente queda patente que en una votación secreta no hubiera abogado por la culpabilidad. Por otro lado, el miembro número 7 muestra una indiferencia absoluta, mientras que el 12 hace campaña de un producto de su empresa. ¿Contamos con estos factores cuando dejamos en manos de un jurado popular una decisión de tal importancia?
Dado que el único que vota en contra (y adopta una postura de responsabilidad) es el jurado número 8, los demás miembros tratan de persuadirlo para conseguir la unanimidad. Henry Fonda pone en tela de juicio cada una de las pruebas presentadas en el procedimiento y cada uno de los argumentos esgrimidos por los demás miembros del tribunal, llevándonos a una idea garantista y a la vez confusa: podemos dudar absolutamente de todo. Poco a poco, cada uno de los miembros, mostrando sus debilidades, sus circunstancias personales, sus filias y sus fobias, empiezan a cambiar de opinión. Y es que la realidad es que todos estamos absolutamente condicionados por lo que conocemos y por nuestras experiencias, por lo que hemos aprendido que está bien y mal, por nuestros prejuicios. ¿Quién, entonces, puede tener la noción real de lo cierto?

La justicia, por tanto, es un ideal humano. La reflexión que se lleva a cabo en la película es lo que debería ser pero no lo que es. Vivimos en una sociedad en la que los titulares de los periódicos o los programas de televisión condenan antes que los propios tribunales, creando en los lectores o en la audiencia una predisposición por creer una cosa u otra que en ocasiones es muy difícil de cambiar. El motor de este film es la conciencia y la ética encarnadas en el personaje de Henry Fonda, que en ocasiones parece un héroe por sus valores arraigados y por su impasibilidad ante todos los ataques recibidos. Ataques que, como hemos dicho, recibe de la sociedad representada por el tribunal.
El personaje no mantiene la inocencia del chico, simplemente dice que no lo sabe y, siendo así, no puede enviarlo a la silla eléctrica sin más. En términos jurídicos aplica simple y llanamente el "in dubio pro reo". ¿Mostramos más o menos conciencia en función de la pena que se impone? ¿Si en nuestro país existiera la pena de muerte, intentaríamos reflexionar más sobre un caso en que hubiera pena capital que ante una pena privativa de libertad?  Es importante mantener que el personaje de Henry Fonda despierta nuestra simpatía porque defiende la duda a favor del reo, sin embargo, no sería así si lo que buscara fuera una reflexión, igualmente necesaria, en contra del enjuiciado, aunque aplicase la misma lógica y las mismas ansias de diálogo. He aquí otra muestra de nuestra volatilidad.

La opinática (término que suelo acuñar para esa ciencia tan inexacta como es la opinión) es otra de las realidades que presenta la película. La opinión es eso, una opinión, no debemos caer en el error de elevarla a la categoría de verdad universal. Y es que esta película nos lleva a reflexionar sobre la justicia en la que una servidora, a pesar de las circunstancias y del momento en el que vivimos, cree. Otra cosa es que la justicia sea idílica. Nunca llueve a gusto de todos. A eso le sumamos que, para mi, el término justicia es en sí mismo el paradigma del concepto "término jurídicamente indeterminado". ¿Qué es la justicia: lo que dice la ley, lo que dice la razón o lo que dice la moral? ¿Es posible encontrar un resultado común siguiendo cada una de estas vías? ¿Llegamos a las mismas conclusiones si aplicamos la razón de forma aislada que si la complementamos con la moral o la ética? Piensen ustedes si les despierta el mismo sentimiento o les provoca la misma reacción un robo cometido por una persona que ha crecido en un barrio marginal rodeado de delincuencia y de malos ejemplos, o el del cometido por una persona adinerada y de buena familia. Su respuesta, más allá de la razón y del hecho objetivo que es el mismo,  irá directamente relacionada con su sensibilidad o empatía. ¿Cómo encajamos todas estas variables humanas en este ideal tan ansiado (que debería ser objetivo) como es la justicia? ¿Ha de importarle al Derecho las predisposiciones cognitivas?
Si hay una cosa que tengo clara es la siguiente: Para que haya justicia debe existir la motivación, la inquietud firme de conseguirla.

En el próximo post hablaré de la película El verdugo de Luis García Berlanga y de su tema principal, la pena de muerte, a la que también se hace mención, aunque de forma transversal, en 12 hombres sin piedad.

jueves, 7 de febrero de 2013

Las dos caras de la verdad (Primal fear)

Me gustaría empezar el primer (de muchos, espero) post de cine jurídico advirtiéndoles a todos de que a continuación voy a desmenuzar la película por lo que, si no la han visto, no continúen leyendo o perderá todo interés. Están avisados.


Las dos caras de la verdad (1996) es una película de Gregory Hoblit, protagonizada por Richard Gere, Laura Linney y un joven Edward Norton que fue nominado a los Oscar, BAFTA y Globo de Oro como mejor actor de reparto. Debo añadir que la he elegido en primer lugar por ser la primera película jurídica que me impactó profundamente sin saber aún apenas lo que era una norma. Con el tiempo es fácil darse cuenta de que cojea un poco, tanto jurídica como psiquiátricamente, pero aún así me parece un gran film. Muy recomendable.

Martin Vail es un abogado ambicioso, soberbio y de reconocido prestigio que decide defender a un joven monaguillo, Aaron, al que se le acusa del brutal asesinato del arzobispo Rushman de la ciudad de Chicago. A priori, todos los indicios apuntan a la culpabilidad del monaguillo, detenido mientras intentaba huir de la escena del crimen, presunto autor tras cortarle los dedos de una mano, apuñalarle los ojos y testículos, y grabarle una inscripción en el pecho a la víctima. Esto supone un reto para Martin que quiere conseguir salvarlo de la pena de muerte.

La película se inicia con una interesante conversación con Martin, el abogado, que refleja su personalidad y su concepción sobre la Justicia. Un joven le realiza unas preguntas para una revista a lo que el abogado contesta: - El primer día en la facultad de Derecho, el profesor nos dijo dos cosas: de hoy en adelante cuando sus madres les digan que les quieran, pidan una segunda opinión. la segunda es que si quieren justicia, vayan a una casa de putas y, si quieren que les jodan vayan a los tribunales. A continuación se aborda la ya típica cuestión (y si no pregúntenle a cualquier jurista o estudiante de Derecho) de defender a un cliente que es conocidamente culpable, a lo que Martin responde: -A nuestro sistema judicial no le importa, ni a mi tampoco. Todo acusado, haya hecho lo que haya hecho, tiene derecho a la mejor defensa que su abogado le pueda proporcionar, punto. El periodista le pregunta entonces de qué le sirve la verdad, a lo que nuestro abogado contesta: - ¿Cree que sólo hay una verdad? ¿Cuál es la auténtica? Para mi solamente hay una, mi versión de la verdad, la que yo genero en las mentes de esos doce hombres y mujeres del jurado, ¿que prefiere llamarlo de otra manera?, por ejemplo, apariencia de verdad, eso es cosa suya.

Con este diálogo inicial, y el ansia que muestra Martin porque su foto sea portada, podemos extraer que cumple el patrón del concepto (erróneo) que las personas tienen de los abogados. Trabaja por la ambición y el dinero. Lo de ser justo es secundario. Se trata de un abogado con muchos galones, experiencia y picaresca, más preocupado por su imagen que por sus clientes.
De inmediato vuelve a quedar patente la mala concepción que se tiene sobre esta profesión al decir en su discurso el arzobispo (posteriormente asesinado): - No he visto juntos a tantos abogados y políticos desde que esta mañana estuve confesando en mi Iglesia. ¡¡Los abogados y los políticos al mismo nivel!! ¿En serio?

El acusado, por su parte, se trata de un joven asustado, tartamudo, tímido, incapaz de romper un plato y que no deja de repetir una y otra vez que es inocente. Sin embargo parece que no hay duda, ya que al ser detenido tras intentar huir de la habitación donde se produce el asesinato tiene la ropa y las manos llenas de sangre. Además lleva el anillo del arzobispo en el bolsillo. Martin apunta otra cosa importante, todos estos factores son indicios pero que el joven sea el asesino no es un hecho probado, por lo que insiste en el uso de la palabra "presunto". Algo tan sencillo como el lenguaje es fundamental en estos casos. Su ayudante, al enterarse de que el monaguillo llevaba el anillo de la víctima en el bolsillo pregunta, ¿robó el anillo del arzobispo?, a lo que Martin responde, - No, yo solo he dicho que lo tenía. Con esto Martin trata de establecer una duda razonable, más aún cuando el acusado afirma que él estaba en la habitación en el momento del asesinato, pero que no vio lo que sucedió porque perdió el conocimiento. Inverosímil, pero ocurre lo que les suele ocurrir a cualquiera de ustedes, las apariencias juegan un papel fundamental. Un chico de esas características es incapaz de cometer una atrocidad de ese nivel.

La película nos lleva a un recurso habitual para muchos abogados en estos casos, los problemas psicológicos. ¿Cuántas veces nos quejamos de que siempre se alega que la persona está enferma para así evitar la prisión? La película quiere dejar patente la debilidad del sistema judicial, compuesto por personas, manipulables y ,al fin y al cabo, imperfectas (como todos). La víctima presenta un desdoblamiento de personalidad: Aaron, el joven indefenso y tartamudo, y Roy, agresivo, seguro de sí mismo y que confiesa haber cometido el crimen para vengarse de los abusos sexuales del arzobispo. Cuando se produce este desdoblamiento de personalidad, Aaron sufre amnesia y olvida todo lo que su otro "yo" ha hecho. Este es un motivo suficiente para pensar que el pobre enfermo no merece ser castigado ya que no era consciente. Estando de acuerdo con esta premisa, yo les lanzo otra pregunta, ¿No están mal de la cabeza todas las personas que son capaces de cometer un crimen así? Qué hacemos entonces, ¿No castigamos a los violadores, pederastas, maltratadores y demás calaña porque no están en su sano juicio? La polémica, una vez más, está servida. Difícil determinar el límite, fácil caer en el engaño de los problemas mentales. De hecho, la psiquiatra que analiza el caso de Aaron explica que las causas de la amnesia son: - malos tratos, traumatismo cerebral, lesión vascular o fingimiento.

 La película magistralmente, en una de las vistas, nos avanza lo que va a ser el final. La inscripción numérica en el pecho de la víctima hace referencia al texto concreto de un libro:
"Nadie podrá lucir, por tiempo considerable, un rostro para sí mismo y otro para las multitudes sin que finalmente termine desconcertado en cuanto cuál es el verdadero".
Nathaniel Hawthorne. La letra Escarlata. 


Tras descubrir el hecho de la personalidad múltiple se vuelve a dar un encuentro entre el abogado y el periodista. Segunda conversación trascendental tras volver al tema de cómo defender a alguien que se sabe que es culpable, a lo que Martin contesta, -Creo en la idea de que un hombre es inocente hasta que se demuestre lo contrario, y si defiendo esa idea es porque he elegido creer en la bondad innata del hombre, he elegido creer que no todos los crímenes los cometen malas personas, y trato de entender, que personas muy muy buenas pueden hacer cosas muy malas. ¿Estáis de acuerdo con esta afirmación? "Yo soy yo y mi circunstancia" decía Ortega y Gasset. Cada persona tiene un pasado, unos problemas y una situación, a pesar de que debemos juzgar a todos por igual, en cierta manera, cada uno tiene sus motivos. Lo que no quiere decir ni que sean lícitos ni, en su mayoría, excusables. Nuestro ordenamiento contempla muchos mediante las atenuantes y las excepciones.

Descubierta la disfunción mental saltan algunos problemas procesales, como el de no poder cambiar sus argumentos para la defensa alegando la doble personalidad en lugar de la inocencia inicial o no poder introducir nuevas pruebas. Aquí entra en juego el papel de la Fiscal, abogada con muchos más escrúpulos y moral que Martin. Una vez más vemos la importancia de las personas en el sistema judicial. No nos engañemos, ni somos objetivos ni podemos serlo. Otra cosa es que haya personas más frívolas o menos. Aún así, en mayor o menor medida, todos nos conmovemos, horrorizamos, enfadamos o "quitamos importancia" en un momento u otro. Al hacer nuestro trabajo es difícil separar lo que dice la ley de lo que moralmente creemos que es justo o no. De esta manera, y tras algunas artimañas de Martin, es la propia Fiscal la que introduce una nueva prueba en el juicio: el vídeo de los abusos sexuales. La cuestión de las pruebas también tiene gran importancia y es que como apunta Martin durante la película, para demostrar ahí algo hay que tener algo. Por suerte o por desgracia amigos, no todo vale como prueba. He aquí otro condicionante.

Aprovechando que Martin sabe que Aaron se convierte en Roy cuando se le somete a presión, urdirá un plan para mostrar la doble personalidad en juicio y conseguir que se le libere de toda responsabilidad. En el juicio Martin tensa la cuerda a más no poder mientras interroga a los testigos y al acusado, pero la Juez decide avisarle varias veces y ponerle una multa en lugar de echarle del proceso. Una vez más, los caracteres de las personas juegan un papel fundamental.

El final, en la opinión de una humilde servidora, es sublime. No solo por la actuación -espectacular- de Edward Norton, sino por el giro que da a la trama. Les confieso que he visto la película varias veces y, siempre, se me pone la piel de gallina en el momento de los aplausos de Aaron. Bajo secreto profesional el ya absuelto confiesa haber fingido la doble personalidad y ser en realidad siempre Roy. Además afirma haber matado a otra persona a parte del arzobispo. El abogado no volverá a dormir con la conciencia tranquila. Se muestra a una persona derrotada, a pesar de haber ganado uno de los juicios más sonados de la historia reciente, y decide evitar a toda la prensa saliendo por la puerta de atrás. 

De esta forma es como la película deja ver que la verdad solo tiene una cara, simplemente sale a la luz cuando conviene. ¿Es justificable el secreto profesional? ¿Es lógico que reciba el mismo trato que el secreto de confesión? Además existe una regla básica y primordial en el derecho, el non bis in idem (no se puede juzgar dos veces a una persona por un mismo asunto). ¿Cómo sabiendo que una persona es culpable no podemos correr hacia la Juez y decírselo? Hay que controlar el caos.

En fin señores, este es nuestro sistema, mejorable sin duda, pero este es.

PD: La siguiente película que trataré es "Doce hombres sin piedad". Aviso por si la quieren ver antes.



 

domingo, 16 de diciembre de 2012

Madrid vista por Woody Allen

Madrid, ciudad en la que vivo y de la que estoy enamorada, tiene muchos encantos. Pero lo que no es fácil es poder captar su esencia en las fotos. Hoy os voy a dejar unas estampas preciosas que mi buen amigo Tony (@AntonioJplinan), periodista, bohemio en esencia que no en aparencia y otro enamorado de la capital, hizo el otro día. Cuando me las enseñó me dijo que si Woody Allen viera Madrid la percibiría de forma similar lo que me pareció muy acertado. Tony tiene la capacidad de sacar la belleza de todas las cosas, ya sea al componer una canción, escribir una poesía, un relato o hacer unas fotos.


PARADAS DEL MERCADO NAVIDEÑO (PLAZA MAYOR)
MERCADO DE NAVIDAD (PLAZA MAYOR)
PUERTA DE ALCALÁ
PASEO DE RECOLETOS
TÍOVIVO EN LA PLAZA MAYOR

sábado, 1 de diciembre de 2012

Un rincón muy british en pleno Madrid

Siempre me han gustado los locales hechos con estilo, con ganas y con pasión por lo que hacen.
 Living in London es un claro ejemplo.
Se trata de un tea room situado en la Calle Santa Engracia, 4 (Madrid). Con una discreta cristalera de tonos verdes nos adentramos en un auténtico riconcito británico, con todo tipo de pastas, galletas y tartas inglesas así como una gran variedad de tés, cafés e infusiones.
Este salón de té no es solo muy british por sus productos sino también por su decoración que en general es muy victoriana. Como no podía ser menos está decorado con tonos pastel y estampados florales; las mesitas, que son pocas y están apretujadas al fondo del salón, están vestidas por largos manteles y las sillas tienen los típicos almohadones, consiguiendo en general un ambiente decimonónico, retro o "vintage" como preferimos decir ahora. Se trata de un espacio muy pequeño, lo que le hace encantador y coqueto, pero implica que suele llenarse rápido. También si lo preferís podéis sentaros en la barra, como yo hago, ya que a mi las mesas muy juntas me agobian un poco; pero como todo, ¡cuestión de gustos!

En Linving in London ofrece una carta muy apetecible. Si quieres desayunar o merendar recomiendo, sin lugar a duda, los scones con clotted cream y mermelada de fresa, os aseguro que no os arrepentiréis, ¡me encantaron! Si por cualquier cosa, preferís un trocito de tarta podéis encontrar una gran variedad como, por ejemplo, la de chocolate (con una jarrita de chocolate caliente para poder echarlo por encima) o la de zanahoria. Sino, también podéis comer algunas de sus galletas de mantequillas, cookies o muffins ingleses.
En cuanto a la bebida, yo recomiendo que probéis algunos de sus tés, por aquello de que es lo típico.

Al principio del salón, en este mismo local, hay una pequeña tienda con pastas, mermeladas, tartas... Puede ser una buena alternativa si no encontráis sitio en el salón y se os antoja algo british.

En resumen, vale la pena hacer una visita ya que es un must en la capital y más ahora que hace tanto frío. Además, debéis saber que dona parte de sus beneficios a una fundación de Tanzania.


lunes, 29 de octubre de 2012

Siempre nos quedará Bon Iver

Cuando parece que está todo inventado, cuando estamos cansados de oír que la buena música se hizo en los ochenta/noventa, cuando predomina lo que vende sobre lo bueno, cuando parece que ya nada puede sorprendernos... aparece alguien llamado Bon Iver.

Justin Vernon, cantautor y más conocido como Bon Iver, es un auténtico genio; lo cierto es que nos puede gustar el pop, el rock, indie, flamenco, el tecno o el rap, pero "al César lo que es del César", Bon Iver tiene un don. Ayer tuve la gran suerte de verlo en concierto en el Palacio de Vista Alegre de Madrid. Faltaba una hora para que saliera al escenario y la ilusión y las ganas se palpaban en el ambiente, y no era para menos, nunca antes había tocado en Madrid. Como era de esperar, no defraudó. Y pasó lo que no suele pasar: en directo es mucho mejor que en "estudio".
Creo que parte de su encanto, de su genuidad, de su autenticismo viene relacionado con su origen, con el inicio de lo que ha acabado siendo una gran banda. Y es que todo comenzó cuando el cantautor vivía uno de los periodos más confusos de su vida; tras la ruptura de la banda de la que había formado parte durante los últimos años, de su relación con Emma (en aquél entonces su novia) y después de que se le diagnosticase mononucleosis hepática ,Vernon abandonó Raleigh (su ciudad) y decidió pasar tres meses en la cabaña de su padre al norte de Winsconsin, aislado del mundo. Con una vieja guitarra y un aparato básico empezó a componer y a escribir sin más pretensión que explotar su lado artístico, su don, y pasar aquel mal momento. 

Cuando alguien escribe con el corazón compone no solo una canción,sino una auténtica descripción de un estado anímico; solo así se explica a posteriori que consiga emocionar a tanta gente. El conjunto de instrumentos que suenan a la vez (lo curioso es que lo que en realidad se presenta como un trío consigue parecer una orquesta) crea una atmósfera indescriptible, nueve músicos que fueron alternando instrumentos soportados por dos baterías, tres teclados, en ocasiones varias guitarras, violines, trompetas… Todo ello en un ambiente íntimo, con luces en el escenario que simulaban velas y con telas que creaban el ambiente propio de una cueva montañosa, además de un público totalmente devoto. Tocó canciones tanto de aquél primer disco que compuso perdido en la cabaña de su padre, "For Emma, forever ago", como del más reciente "Bon Iver, Bon Iver" y dejó momentos para el recuerdo, un esperado "Skinny love" (se ha convertido en su himno, su marca de identidad), "Towers", un impresionante "Wolves" con todo el público coreando cada vez con más fuerza (tras su petición) una de sus frases "what might have been lost" o un maravilloso cierre del concierto con el ya clásico "For Emma".

Lo cierto es que su música es lo más cercano a desnudar el alma. Su carácter introspectivo, su voz sincera y especial, ese tono propio de un falsete, la combinación de lo acústico y de lo electrónico, su estilo minimalista, innovador... en definitiva su don para experimentar. Si no has oído nunca a Bon Iver, en ocasiones, te pierdes, no entiendes el ritmo que ha cogido la canción, sientes que desvaría o que simplemente ha dejado de seguir la melodía. Por todo esto y por todo lo demás que no soy capaz de transmitir en unas líneas, Bon Iver ha irrumpido con fuerza en un panorama musical más bien desolador. Para mi, lo mejor de él es que se trata simplemente de un músico que sin pretensiones canalizó todo lo que sentía de la forma que mejor se le daba. Solo espero que no se corrompa, que no se venda.

Gracias Emma por decidir romper con él, sin ti probablemente no habría existido ese gran tesoro que es Bon Iver.